Clase de Piano II: Dos obras sobresalientes - Johan Sebastian Bach

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sábado, 7 de mayo de 2011

El Clave Bien Temperado

Serie de 24 preludios y fugas que consta de dos partes. Cada uno está escrito en una tonalidad distinta (doce mayores y doce menores) y representan la primera aplicación completa del concepto de armonía desarrollados anteriormente. Cabe mencionar que Rameau en su Tratado de Armonía que fue escrito en 1722 compiló todas esas nociones en un solo libro.

Según Bach, con respecto a su monumental obra, lo escribió “para utilidad y uso de la juventud deseosa de aprender, así como distracción para los que ya estén avanzados en este estudio”[1]

Otro rasgo de suma importancia es que surge la intención de confirmar la división de la escala en doce semitonos iguales. He  aquí las razón de llamarlo temperado. La importancia del sistema temperado es que Andreas Werckmeister dividió la escala en doce intervalos idénticos[2]. Aunque los intervalos eran ligeramente inexactos, esta diferencia era minúscula.

La diferencia se haría notoria cuando se ejecutan simultáneamente instrumentos temperados (como el piano) y los no temperado (como el violín). Se había solucionado pues el viejo y engorroso problema de la afinación en órganos y claves.

Por otro lado, El Clave Bien Temperado pretende ser, también, un catálogo pedagógico completo. Según Elisa Rapado,” las dificultades, las situaciones musicales técnicas complejas se van sucediendo, sin repetirse nunca, ya que no hay dos tonalidades iguales, ni temáticas iguales, ni modo de empleo o desarrollo.”[3]

En los preludios del primer libro establecen tareas técnicas específicas de tal manera que en cada preludio no se repiten tales tareas. Por lo tanto, es uniforme en este sentido y además lo peculiar de cada estilo de los preludios es su rasgo distintivo.

Los preludios del segundo libro tienen otras estructuras, lo que no quiere decir que sean diferentes de los del primer volumen. Estas son biseccionales en donde tiene rasgos de suite,  de sonata monotemática scarlattiana  y hasta de toccatas.

Una particularidad importante de algunos preludios y fugas en cuanto a su sonoridad es que muy bien pueden ser interpretados en el órgano. Esto es debido a la indefinición entre los instrumentos en relación con su registro, y utilización de pedales  que caracterizó esa época. Influyó también en esta ambigüedad que Bach fue intérprete del órgano y del clave.

La mayoría de los preludios y fugas son de extrema dificultad su ejecución. Con respecto a las fugas que son a dos, tres, cuatro y hasta cinco voces en donde con claridad se puede escuchar  el contrapunto se recomienda que su estudio sea separar las voces y no dejar que se llegue a perder su sentido. El pianista  chileno Claudio Arrau[4] decía que él cantaba cada voz de la fuga, se la aprendía de memoria, la analizaba y después la interpretaba en el teclado.

El Arte de la Fuga

Según Paul Lang, consiste en una serie de variaciones fugadas sobre un tema sencillo, hasta  se podría decir insignificante. Contiene quince de fugas y cuatro cánones en donde en el tema no se especifica qué instrumento debe ser interpretado, entonces es de escritura libre. Es considerado como un tratado sobre la construcción fugada en donde la rigidez y la no emoción son sus características.

Lang reflexiona con respecto a la interpretación de la misma:

La ejecución integral de El Arte de la Fuga sería con todo, el peor daño que se haría a su reputación y esta circunstancia es quizá la mejor prueba de que nos falta mucho por desbrozar su camino que nos conduzca a esta summa del barroco (…)”[5].




[1] SOCIAS, Paloma, Revista Filomúsica, 2002, http://www.filomusica.com/filo27/paloma.html
[2] LANG, Paul, La música en la civilización occidental, Ed. EUDEBA, 1963, Buenos Aires,  pág.402
[3] RAPADO, Elisa, La música para tecla en el Barroco II, Revista Filomúsica, 2003, http://www.filomusica.com/filo37/barroco2.html  
[4] Éste destaca en la interpretación de las obras de los siguientes compositores: Beethoven (en sus 32 sonatas), Liszt y Mozart.
[5] Lang, op.cit, pág. 405